Año 8, número 8
H. Puebla de Zaragoza a 4 de mayo de 2005

Primer Congreso Nacional
de Estudiantes
*
(Septiembre de 1910)
Por Luis G. Quintana

El señor don Francisco I. Madero en el Colegio del Estado en el año de 1911. Fotografía y texto tomado de El Colegio del Estado de Puebla de Alberto Pérez Peña, 1925.
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ue en el año de 1910, crucial para los destinos de México; año en el que se celebraba con gran pompa el primer centenario de nuestra independencia, promovida e iniciada por D. Miguel Hidalgo y Costilla, y sus compañeros Héroes de la Patria; al mismo tiempo la efervescencia política del país agitaba y estremecía profundamente a sus hijos a causa de las elecciones presidenciales. La opinión pública tomó su posición frente al general D. Porfirio Díaz. Se gestaba en el crisol de la patria un porvenir desconocido, y un movimiento revolucionario habría de conmover en breve y muy sangrientamente durante varios años todos los confines de México.

Los estudiantes del Colegio del Estado se definieron desde un principio en contra de la dictadura, y se echaron en brazos de la revolución.

Cambiaron los libros por la conspiración y la agitación, ambas reprimidas brutalmente por el gobernante del Estado de Puebla, rosos estudiantes, obteniéndose con ello más descontento y más rebeldía. El director del Colegio del Estado de aquel entonces Lic. D. Rafael Isunza, figura de gran prestigio, en tono de protesta por tales atentados renunció a su puesto con gran aplauso y cariño de parte de los alumnos, cogeneral Mucio P. Martínez. Se dictaron expulsiones, se abrieron las puertas de la cárcel para numenquistando mayormente su respeto.

José Rafael Izunza. Abogado, nació en Puebla, Pue., el 13 de agosto de 1855. Luchó bajo las órdenes del general Porfirio Díaz, contra los franceses. Fue autor de la Ley de Instrucción Pública en 1893. Director del Colegio del Estado de 1894 a 1910. Gobernador del Estado en 1911. Murió en Puebla el 29 de abril de 1932. Foto: El Colegio del Estado de Puebla de Alberto Pérez Peña, 1925.

En ese clima de inquietudes y de sobresaltos fue convocado al Primer Congreso Nacional de Estudiantes, al cual fueron representando a los estudiantes del Colegio del Estado de Puebla, los alumnos Alfonso G. Alarcón, Luis G. Quintana, Luis Sánchez Pontón y Rafael Ibáñez.

En ese año de 1910, los estudiantes metropolitanos hicieron un llamamiento a todos los de provincia para celebrar el primer centenario de nuestra independencia con un congreso, en el que, se tratarían asuntos de general importancia para el grupo intelectual, buscando como mira principal su fraternidad y unión.

La idea fue secundada con entusiasmo en toda la República y principalmente en nuestro Estado, en donde, desde un principio, se decidió tomar participio. Esto acontecía por el mes de abril cuando apenas se iniciaba la campaña electoral de los poderes federales y el caudillo de la revolución D. Francisco I. Madero, recorría el país haciendo su propaganda democrática. Vino en seguida el período en que la dictadura hizo derroche de su poderío verificando persecuciones por doquiera, atropellando los preceptos más sagrados de la Ley y concluyendo por violar el sufragio para continuar en el poder usurpado.

Esta tiranía revistió una forma característica en nuestro Estado; persiguió con preferencia al grupo estudiantil y de ahí los sucesos sangrientos del mes de julio, el encarcelamiento de algunos compañeros, la supresión de pensiones y un sin número de atropellos que sería largo enumerar.

Divergencias
sobre el Congreso

Un grupo de estudiantes revolucionarios de corazón y convicciones, al servicio de la causa reivindicadora. Fotografía y texto tomado de Don Quijote, revista mensual estudiantil del Colegio del Estado. Tomo II, núm. 18, 3 de noviembre.
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odo esto trajo como consecuencia que los estudiantes de algunos Estados se rehusaran a tomar participación en el Congreso. Era natural que, después de esos desagradables acontecimientos a que habían llevado las aspiraciones estudiantiles y sus luchas por santos ideales, debieran haberlos alejado de todo contacto con los elementos que se habían opuesto a sus legítimos impulsos, porque era indigno que en ocasión del Centenario de la Independencia Nacional, los ayudasen los estudiantes a celebrar el nacimiento de un bello ideal que nunca había respetado. Los valerosos estudiantes de Guadalajara y San Luis protestaron con su ausencia, contra el mal encubierto propósito de hacerlos autorizar un paso que había de perjudicar profundamente a la instrucción en nuestra Patria, y decidieron abstenerse antes que tolerar la presencia del dictador, entonces alto personaje. Se dijo por aquellos que, el Congreso era un mito, que era un plan del gobierno para encausar al grupo estudiantil por un camino ya cuidadoso e inteligentemente preparado, a la centralización de la enseñanza, arrancándole su consentimiento previo con que justificar en lo posible la conducta del Ministerio.
De esta manera tan pesimista pensaron los enemigos de la idea de concurrir al Congreso Nacional de Estudiantes.

Grupo de alumnos que terminaron el tercer año de Medicina en 1903. De izquierda a derecha y de pie: Drs. Agustín Cruz y Celis, Andrés Anaya y Juan Quintana; sentados, Damián Duarte, Francisco Casián y Alfredo Iglesias. Foto: revista de ex alumnos del Colegio del Estado y de la Universidad de Puebla, año 1 núm. 2, mayo de 1952.

Los de Puebla por el contrario, hicieron abstracción completa de todo esto, no lo consideraron como una fiesta, sino como un motivo de defensa: no estuvieron de acuerdo con los estudiantes de San Luis al presumir que el Congreso Nacional sería una farsa, lanzando así una afrenta a los compañeros de México, sino que, acudieron personalmente a convencerse de lo que hubiera de cierto acerca de la pretendida comedia oficial con fines bastardos y para el caso de ser así, destruir sus nefastos propósitos.

No podían juzgar a priori las malévolas intenciones de la Secretaría de Instrucción ni del acuerdo de ésta con el Comité Organizador del Congreso mientras no se presentaran pruebas suficientes.

Todas estas razones hicieron acudir a los Estudiantes de Puebla al Primer Congreso con el firme propósito de defender hasta el último momento los intereses de los estudiantes provincianos.

Desde las primeras sesiones pudieron convencerse y así creyeron de su deber declarar honradamente que, contra la opinión que se había propalado de que los estudiantes de la capital no eran independientes, tuvieron múltiples ocasiones de observar que, muy al contrario, se manifestaron libres, fieles y solidarios acerca de las aspiraciones de la gran familia estudiantil mexicana.

Dos semanas se congregaron los delegados a estudiar y discutir ampliamente las bases propuestas por el Comité Organizador para llegar a formular conclusiones precisas que reflejaran las verdaderas necesidades y aspiraciones del grupo.

Curso de Química en el año de 1914. De pie de izquierda a derecha: Francisco Malagamba, Enrique Navarrete, José L. Hernández, Rafael Garay, Baraquiel Linares, Joaquín Larrañaga, Rodolfo Sánchez Taboada, A. Vinajeras, Aarón Amelco; más atrás: Julio Palma Isita, Joaquín Rodríguez y el maestro doctor A. Anaya; sentados: Gonzalo Vargas, Francisco J. Barrientos, Ricardo Morante y Manuel Mateos. Foto: revista de ex alumnos del Colegio del Estado y de la Universidad de Puebla, año 2 núm. 4, enero de 1953.

Se trató en primer lugar de los medios de comprobar el aprovechamiento de los alumnos de las escuelas superiores. Se propusieron distintos sistemas, ora el de reconocimientos, ora el de exámenes, ora en fin, el método combinado de reconocimientos y exámenes, que fue aprobado por ser la manera más justa y adecuada de comprobación.

Se estudiaron las recompensas y castigos, analizando detenidamente sus ventajas e inconvenientes, se dijo a este respecto que, los castigos, tal como se aplican en la actualidad, deben desaparecer, recomendándose el sistema de las consecuencias naturales y como mejores premios para los alumnos que más se distinguieran en toda su carrera, enviarles a centros de perfeccionamiento para que continúen sus estudios.

Se discutió ampliamente el difícil problema de los alumnos supernumerarios libres u oyentes. Se dijo que, la solución más práctica con relación a ellos sería que, recibieran la misma instrucción que los numerarios: que los profesores no hicieran ninguna distinción entre ambos grupos: que se admitieran en las escuelas profesionales y de altos estudios, con la sola restricción de que las leyes y reglamentos de estos cuidasen de evitar el charlatanismo.

Profesores nombrados
por ministros y gobernadores

Alfonso G. Alarcón. Médico. Realizó sus estudios en el Colegio del Estado de Puebla, fue el segundo rector de la Universidad de Puebla, de 1938 a 1941,director de la revista Don Quijote, recibió el título de rector Honoris causa por la Universidad de Puebla el 21 de enero de 1953. Foto: El Colegio del Estado de Puebla de Alberto Pérez Peña, 1925.
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ás importante que los anteriores, fue el estudio del medio más conveniente para integrar el profesorado de las escuelas superiores. Un verdadero grito de protesta se levantó en la asamblea para reprobar el procedimiento que se seguía en el nombramiento de profesores para dichas escuelas. Se dijo que, en este delicado asunto, el Ejecutivo tenía las más amplias facultades para hacer tales nombramientos y que, por una dolorosa experiencia se había visto que, ministros y gobernadores, tan ignorantes como arbitrarios, por beneficiar al amigo, al favorito, al recomendado, perjudicaban al grupo estudiantil. Se hizo la crítica profunda del procedimiento por oposición, considerándolo a todas luces más ventajoso que el anterior y se llegó a proponer la intervención de los alumnos y de las Academias de Profesores en aquellos nombramientos. El Congreso tomó resolución al recomendar el procedimiento de oposición y que, solamente en caso de petición de los alumnos se admitiría un profesor que no hubiera pasado por aquella prueba.

Luis G. Qintana fue un distinguido alumno del Colegio del Estado, presidente de la Junta Directiva de los Estudiantes y director del mismo Colegio en 1924. Falleció en la ciudad de México el día 26 de febrero de 1949). Foto: revista de ex alumnos del Colegio del Estado y de la Universidad de Puebla, año 2 núm. 5, mayo de 1953.

Se acordó como una necesidad pedagógica que los alumnos de las escuelas superiores tomaran parte, con voz informativa, en la formación de las leyes y reglamentos escolares.

Se propuso igualmente, que el Estado no debe ejercer una acción tan directa en la instrucción que haga de ella un verdadero monopolio, reduciéndola a tutela y creando una ciencia oficial. Que debía tenerse en consideración el tipo de Universidad que conservara en toda su pureza la idea de la ciencia: que el Estado no debe tocar sus asuntos íntimos porque desempeña el papel de un cuerpo extraño: que únicamente debe fomentarla, teniéndose como reconocidos y revalidados los estudios hechos en las escuelas no oficiales, cuyos programas hayan sido aprobados de antemano por quien corresponda y en las cuales se ejerza la inspección.

Los estudiantes demandaron
descentralización de la enseñanza

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l asunto que más preocupó a los estudiantes provincianos fue el relativo a la centralización de la enseñanza, porque ya con anterioridad se habían visto las tendencias del ex ministro de instrucción al fundar la Universidad y la Escuela de Altos Estudios pero todos, sin excepción, estaban dispuestos a defender hasta el último momento los intereses de sus respectivos Estados. Fue éste motivo de estudios profundos y de acaloradas discusiones parlamentarias. Se interpretaron debidamente los artículos tercero y cuarto de la Constitución General de la República. Se fijó la atención de la Asamblea en el punto relativo a la Ley que ha de determinar qué profesiones necesitan título para su ejercicio; en que los Estados legislan y han legislado siempre sobre esta materia sin ninguna oposición; y que, el Gobierno Federal, tan centralizado entre nosotros, jamás había tenido la pretensión de que sus Leyes sobre enseñanza pública obliguen en los Estados. Se trató esta cuestión dentro del terreno de la filosofía del derecho fijando bien el concepto de la centralización política y administrativa; se hizo el estudio de las universidades con motivo de la reciente fundación de la capitalina y se concluyó con que, debía fomentarse el establecimiento de escuelas preparatorias, profesionales, normales, rurales, de agricultura, altos estudios y universidades, en todos aquellos centros del país donde se reúnan los elementos necesarios e indispensables para su buena marcha, estableciéndose la equivalencia de los estudios hechos en las diversas escuelas del país.

Alumnos del primer año de la carrera de leyes, noviembre de 1927. De pie: José Guarneros, Enrique Molina, Juan B. Tejeda. Manuel de la Concha, Guillermo Diestel, Manuel Rivera, Juan Juárez, Pedro Angoa; sentados: Facundo Martínez, primera fila: Óscar Sesma, José Miguel Quintana, Hugo Huerta Vallejo, Efraín Castro, Juan Moya. Foto: revista de ex alumnos del Colegio del Estado y de la Universidad de Puebla, año 4 núm. 8, enero de 1956.

No solamente se fijó el Congreso en la educación intelectual y moral, sino que, también consagró sus estudios a la educación física, sosteniendo como imprescindible necesidad el establecimiento de gimnasios del sistema sueco y el fomento de toda clase de deportes; la formación de sociedades de alumnos en las escuelas superiores para normar las buenas costumbres; estimular las facultades tanto morales como intelectuales de los estudiantes; procurar que todos los cargos retribuidos con que se auxilian a los alumnos, tales como ayudantías, puestos de adjuntos, practicantes, etc., así como las pensiones y becas, sean adjudicadas exclusivamente por oposición o por concursos especiales según el caso, pero siempre entre los alumnos que por sus circunstancias pecuniarias lo merezcan.
 

Fraternidad y
solidaridad estudiantiles

 

Sr. Luis Sánchez Pontón, Sr. Dr. Salvador Fidel Ibarra, Sr. Dr. Alberto Pérez Peña, presidente de la Agrupación de Estudiantes del Colegio del Estado en el año de 1925. Foto: revista de ex alumnos del Colegio del Estado y de la Universidad de Puebla, año 4 núm. 7, marzo de 1955.
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espués de tratar estos asuntos de carácter científico, se ocupó el Congreso del tema más bello y en nuestro concepto el más importante: la fraternidad y la solidaridad estudiantiles, que encarnan el sentimiento más noble del grupo. Se estudiaron los fundamentos de la solidaridad que llega hasta la fraternidad en la asociación estudiantil por lo noble y desinteresado de sus aspiraciones. La historia nos muestra a cada paso los grandes resultados que se han alcanzado por la influencia poderosa de la unión estudiantil en los momentos que ha puesto su alma sana y viril, plena de tradiciones y sedienta de todo lo que es luz y todo lo que es progreso, al servicio del ideal.

Soubervie en la Revolución Francesa, Tomás Zan en la Polonia, son nombres de heroicos estudiantes que han tomado parte en las grandes luchas por la libertad y que dirigiendo a las masas estudiantiles, han combatido con mano firme por sus derechos y su Patria. ¿Y qué decir de nuestros estudiantes tan unidos siempre y que han dejado en nuestra historia una página épica, la de los Niños Héroes, que descuella por tanto heroísmo?... ¿Y de los palpables resultados obtenidos en las luchas políticas de 1910 por la acción casi unánime de los grupos estudiantiles, en donde tantos descollaron por su amor a las instituciones democráticas, contribuyendo activamente a la obra revolucionaria o encausando la opinión pública desde la tribuna, la prensa y el ejército…?

Era natural que un asunto de tanta trascendencia como es la organización de los elementos fuertes por su pensamiento y su juventud, ocupara preferentemente la atención del Congreso, cuyo primer fruto fue el estrechar las relaciones de los intelectuales y el provocar los sentimientos de solidaridad que harían grande el grupo estudiantil.

De izquierda a derecha sentadas: Sofía Unánue, madrina de la escuela preparatoria; Celia Vélez madrina de la escuela de Ciencias Químicas; Paz Amezcua, madrina de la escuela de Medicina; Gloria Posada, madrina de la escuela de Jurisprudencia; Victorina Rosillo, madrina de la escuela de Comercio, acompañadas de sus respectivos chambelanes representantes de las diversas facultades. Foto: Don Quijote, revista estudiantil del Colegio del Estado, tomo II, núm. 18, noviembre de 1933.

Se propusieron muchos medios adecuados que realizaran el propósito de hacer de todos los grupos estudiantiles un solo cuerpo sano y vigoroso, llegándose en definitiva a proclamar la gran Confederación Mexicana de Estudiantes.

Esta fue la labor del Primer Congreso. Esas conclusiones son el fruto de los trabajos de la juventud intelectual de la República de 1910. Quizá algunas fueron erróneas, carecerían de cierta experiencia, pero a ellas aspiró todo el grupo, fueron sus ideales, y deseó de una manera vehemente llegar a realizarlos.

En aquel Primer Congreso Nacional de Estudiantes la delegación de Puebla descolló por sus doctrinas, por sus ideales y por la madurez de su pensamiento avanzado. Conquistó grandes simpatías de todos los asistentes para nuestra vieja casona y sus alumnos, y obtuvo con gran simpatía la sede del Segundo Congreso Nacional de Estudiantes que debería haberse celebrado un año después, pero dadas las turbulencias de aquellos tiempos, no fue posible llevarlo a cabo sino hasta el año de 1921, en el mes de octubre, habiendo sido organizado por Daniel Cosío Villegas representando a los estudiantes de México y por Alberto Pérez Peña, presidente del Congreso Local Estudiantil en aquel año.

Informe de los Delegados
al Primer Congreso
Nacional de Estudiantes

I

nforme que rinden los suscritos Delegados al Primer Congreso Nacional de Estudiantes por el Colegio del Estado de Puebla.

Honrados con el nombramiento que se nos confirió por el grupo estudiantil, como resultado de las elecciones verificadas el día trece del mes de agosto próximo pasado, procedimos desde luego al estudio de algunos de los asuntos incluidos en la base cuarta de las bases publicadas por el Comité Organizador del Primer Congreso Nacional de Estudiantes.

El día 10 de octubre celebrose la tradicional fiesta del estudiante, formulándose con tal motivo un brillante programa de festejos que se inició con un día de campo, del cual se aprecia la sana camaradería que reinó entre el conglomerado estudiantil. Por demás está decir las escenas chuscas que se registraron con tal motivo. Díganlo si no, nuestros amables compañeros. Foto y texto tomado de: Don Quijote, revista estudiantil del Colegio del Estado, tomo II, núm. 17, octubre de 1933.

El delegado por la Escuela de Medicina escogió el trascendental e importantísimo tema acerca del medio más conveniente de integrar el profesorado en las escuelas superiores. La tendencia principal de este trabajo fue presentar a la consideración del Congreso los innumerables inconvenientes del procedimiento por oposición, también en uso actualmente y que se ha considerado como de mayores ventajas que el anterior. Proponía el autor de este trabajo la creación de un nuevo procedimiento que careciera de los inconvenientes de los anteriormente citados y tuvieran la indiscutible ventaja de la intervención en él de las Academias de Profesores y de los alumnos de cada Establecimiento.

El delegado por la escuela preparatoria se dedicó al estudio del no menos importante tema acerca de las escuelas preparatorias, profesionales, etc., de los estados; su conveniencia y sus relaciones con las escuelas de la capital y en el se propuso combatir de una manera enérgica la tendencia a la centralización de la enseñanza, cuestión de suma trascendencia para las escuelas y los estudiantes provincianos. Trató primeramente la cuestión desde el punto de vista jurídico interpretando los textos constitucionales y el aspecto filosófico legal, pasando revista a los numerosos inconvenientes que acarrearía la centralización de los estudios terminando con la descripción suscinta y la historia universitaria europea y americana, analizando el desenvolvimiento del espíritu y extensión universitarias en los diferentes pueblos para ver la conveniencia de estas instituciones en nuestro país dadas las condiciones especiales de nuestro medio y raza.

El delegado por la escuela de Jurisprudencia abordó el tema más bello, si no el más interesante y el más profundo del programa: la fraternidad y la solidaridad estudiantiles, exponiendo la influencia que han tenido en todos los tiempos y en todos los acontecimientos políticos y sociales de las naciones europeas la acción colectiva de los estudiantes y proponiendo al final de su trabajo la creación de una Confederación consistente en la formación de sociedades dentro de cada escuela, centros estudiantiles en cada capital y todos ellos reunidos por un comité central residente en la capital de la República y que serviría únicamente para dar unidad a la acción de todos los grupos inferiores.

Foto: Don Quijote, revista estudiantil del Colegio del estado, tomo II, núm. 17, octubre de 1933.

El delegado por la escuela de Ingeniería, sin tratar ninguno de los asuntos incluidos en las bases, hizo un estudio general de los defectos principales existentes en los programas de instrucción secundaria, poniendo de manifiesto que los dichos programas son completamente defectuosos y no se adaptan al fin al que deben de ser dedicados.

Hizo ver que la imperfección principal estriba en la extensión y profundidad con que se estudian las materias y concluyó que debe hacerse una modificación radical a la enseñanza en este sentido.

El aprovechado alumno de Jurisprudencia Joaquín Ibáñez envió por conducto de la Delegación un trabajo en el que se propuso tratar la solución más práctica acerca del nombramiento de profesores. Hizo la crítica del sistema que sigue actualmente así como el de oposición, recomendando ésta con radicales reformas consistentes en la intervención de los alumnos en el nombra-miento, la importancia de la prueba pedagógica y el establecimiento de cursos libres.

La Delegación se presentó al Congreso en la fecha señalada en las bases y previa sesión privada con los demás delegados de los Estados a iniciativa nuestra en el local designado por el Comité para nuestra residencia con el objeto de uniformar el criterio de las delegaciones provincianas acerca del nombramiento de la Mesa Directiva y de la actitud que debiera asumir en la Asamblea, de acuerdo con nosotros, asistió a dos sesiones preparatorias que se verificaron el día cinco del mes próximo pasado.

No obstante que la delegación recomendó a sus compañeros la conveniencia de que la Mesa estuviera integrada principalmente por alumnos de las escuelas de los estados por mayoría se decidió en la sesión privada que la Presidencia y la Vicepresidencia quedara entre los estudiantes de la capital por estar más interiorizados en los asuntos del Congreso, por ser personas de aptitudes conocidas de todos los estudiantes y como una muestra de cortesía a los organizadores del Congreso. En la propia sesión se decidió que la actitud de todas las delegaciones de los Estados fuese del todo independiente.

De acuerdo con esta resolución, en todas las sesiones del Congreso las delegaciones se manifestaron absolutamente libres en su modo de pensar y obrar.
Es digno de notarse que la Mesa Directiva estuvo en su mayoría integrada por alumnos de los Estados, contándose entre los miembros de ella los delegados, Sánchez Pontón, como vicepresidente y Alarcón como secretario.

Del 30 de septiembre al 10 de octubre de 1921 el Colegio del Estado albergó al II Congreso Nacional de Estudiantes.

En la sesión inaugural y como representante de todas las escuelas provincianas hizo uso de la palabra el delegado Alarcón saludando a los estudiantes de la capital y accediendo a la bondadosa invitación del Comité Organizador del Congreso, hecha con anterioridad y como una muestra de distinción a los estudiantes de Puebla. En esta sesión y abordando la tribuna libre, algunos delegados de otras regiones de la República se manifestaron poseedores de ideas independientes asumiendo una actitud enérgica.

Durante el estudio de los diferentes temas señalados en las Bases, procuramos hasta donde nos fue posible tomar parte activa en todas las discusiones, uniformando los cuatro delegados su opinión para dar mayor fuerza a sus argumentos y tratando de que fueran aceptadas por la Asamblea algunos de los puntos que creemos ventajosos en el sistema de instrucción que rige en el estado de Puebla. Todos los trabajos fueron aceptados para su discusión y leídos en su oportunidad los de los delegados Quintana y Sánchez Pontón, no habiéndolo sido el de Alarcón por haberlo declarado la comisión respectiva demasiado extenso y sí sólo sus conclusiones que fueron tomadas en consideración. El trabajo extra del delegado Ibáñez tampoco fue leído, porque únicamente alcanzó el tiempo para tratar los comprendidos en las bases y el enviado por el alumno de Jurisprudencia, Joaquín Ibáñez, fue leído en la parte relativa a las conclusiones, las que fueron aceptadas en su mayor parte.

Respecto a las conclusiones a que llegó el Congreso, la delegación no se considera autorizada para darlas a conocer antes de que la Comisión ejecutora del mismo no las de a conocer en su forma definitiva a los miembros de esta residencia en los Estados y que, según se acordó al tratarse de la Confederación de Estudiantes son los mismos delegados. En su debida oportunidad las daremos a conocer a los señores estudiantes así como los trabajos que presentamos.
 

Puebla, sede del
Segundo Congreso Nacional

E

n la última sesión, al tratarse del lugar donde debía verificarse el Segundo Congreso Nacional, la delegación de Puebla invitó formalmente a la Asamblea para que se llevara a efecto en esta ciudad, teniendo en consideración todas las ventajas que esto ofrecería dado el empeño y el entusiasmo con que acogimos los estudiantes de Puebla la idea del Primer Congreso, los delegados tapatíos invitaron a su vez para que se reuniera el Segundo Congreso en Guadalajara y al someterse a votación el asunto, estuvieron menos afortunados que nosotros a pesar de que contaban con el voto de los compañeros de los estados fronterizos, para quienes ofrecía más ventajas aquella última capital.

No terminaremos este informe sin hacer constar que fuimos tratados por los estudiantes metropolitanos con todo género de atenciones y creemos de nuestro deber declarar honradamente que contra la opinión que se había propagado de que los estudiantes de la capital no eran independientes, tuvimos múltiples ocasiones de observar que muy al contrario, se manifestaron fieles y solidarios acerca de las aspiraciones de la gran familia estudiantil mexicana. Al mismo tiempo hacemos presente a todos los compañeros que nos honraron con su representación nuestro profundo agradecimiento por la confianza que en nosotros depositaron y nos consideraremos satisfechos si nuestra labor tuviere la fortuna de corresponder a sus esperanzas.

Puebla de Z., cinco de octubre de mil novecientos diez.
Alfonso G. Alarcón.-
Luis Sánchez Pontón.-
Rafael Ibáñez.-
Luis G. Quintana.

Tal es, brevemente, la historia de aquellos luminosos tiempos en que los alumnos del Colegio del Estado de Puebla estuvieron a la altura del deber y se encararon valientemente a un porvenir incierto y desconocido. Han pasado años, algunos de los actores han muerto, y para ellos nuestro recuerdo de cariño y respeto; otros aún viven manteniendo en alto el noble pendón del antiguo Colegio, hoy Universidad de Puebla… sigamos su ejemplo.


* Tomado de Revista de ex alumnos del Colegio del Estado, año 2, núm. 5, mayo de 1953, pp. 9-16
 

 

 

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